Resumo

A lo largo de la historia, la enseñanza ha sido una de las maneras más poderosas en que se ha reproducido la colonialidad, específicamente en los constructos sociales y culturales desiguales, en donde se tiene el poder de levantar ciertas voces mientras se ignora a otras. Desde la instauración de la colonización, los sistemas tradicional imperantes han dado la impresión de propiciar una forma de pensamiento monocultural, eurocéntrica, proveniente principalmente de los conquistadores españoles y en donde, parecieran promover un enfoque hacia el centro del mundo a partir de las ciencias positivistas occidentales. Del mismo modo, la educación no ha sido ajena a este tipo de relaciones que impiden la construcción de un conocimiento y práctica contextual acorde a los territorios. En el sistema educativo es donde pasamos la mayor cantidad de tiempo desde nuestra infancia hasta la adolescencia, periodo en el cual, la escuela se puede volver un lugar de encuentro en donde el/la estudiante se ve interesado por el aprendizaje o de otro modo, se vuelve indiferente. Es así como se resaltan las relaciones entre variados actores y contextos para llevar a cabo una educación que signifique al estudiante, que siembre las semillas de un aprendizaje autentico, y por tanto, es innegable la gran importancia de la relación educador - educando, más aún, para el sistema educacional. Para ello, queremos ahondar en las características fundamentales que posee un educador que basa su accionar bajo un modo colonial en donde se aliena a él y a su mundo, y un educador que parte desde la decolonialidad de las relaciones acentuando la resonancia de las mismas. A partir de la sociología de la resonancia de Harmut Rosa, se propone un triángulo de alienación y de resonancia para diferenciar un profesor colonial alienante y un profesor decolonial resonante desde las relaciones en la educación entre: profesor, estudiante y el material.

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