Resumo

Si bien existe cierta disposición a aceptar que jugar es un contenido de la Educación Física ¿Qué del jugar es un saber a enseñar?, ¿Qué del jugar termina siendo un saber enseñado en el contexto de una clase? y, lo más importante ¿Cómo se decide que así sea? El artículo propone encarar una tarea de revisión crítica sobre la “forma” dominante en los juegos que se proponen desde el área Educación Física y resguardar el “modo lúdico” de jugar, desarrollando oportunidades de aprender a enseñarlo sin que en el camino pierda parte del su potencial intrínseco. Sobre todo ahora, cuando el juego se ha convertido en uno de los fenómenos más representativos de una Educación Física renovada y el ¡Vamos a jugar! uno de los convites más esperados por niños y niñas en cada una de nuestras clases. En el texto se sugiere tomar distancia del espontaneísmo ingenuo de ciertas explicaciones sobre lo lúdico y prestar especial atención a los actos de habla de los involucrados y al significado otorgado a sus expresiones, considerando que, según sea la conjunción “formamodo” y como consecuencia de enunciados identificados como “transparentes”, “paradójicos” y “ambiguos”, la invitación a jugar adquiere sentidos socialmente construidos diferentes.

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