Resumo

En un país «futbolero» como Brasil, resultó sorprendente que en junio de 2013, en medio de la Copa de las Confederaciones, miles de personas salieran a la calle no a festejar resultados, sino a protestar contra los gastos, que consideraban excesivos, destinados al Mundial de 2014, muchos de los cuales se destinan a mejorar los estadios. Para entender estos sucesos, es necesario analizar la importancia de verdaderos rituales como las Copas del Mundo en la construcción de la brasileñidad, momentos especiales en los que la sociedad brasileña se reinventa como totalidad. Y, al mismo tiempo, observar cómo esta vez se intentó construir esa «comunidad imaginada» desde las protestas callejeras.

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