Resumo

Por muchos años, el fútbol fue un juego prohibido para las mujeres brasileñas. Impedirles jugar al fútbol era más que prohibir el movimiento corporal y afirmar su condición de dominadas: la prohibición articulaba género, nación e imaginario, excluía a las mujeres de un gran colectivo y de un amplio espectro de prácticas sociales, y las colocaba en una condición no solamente pasiva y sumisa, sino también de ciudadanas de segunda clase.

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