Resumo

En las distintas localidades (rurales y urbanas) del norte neuquino –Argentina‐ se desarrollan una serie de eventos, fundamentalmente correspondientes al santoral católico: San Juan, San Sebastián, Las Carmeles (virgen del Carmen), Virgen de Ailinco, Santa Bárbara. Se trata de verdaderas fiestas (Scribano,2012; Chick, 2006) marcadas por bacanales y bailes, pero con un rasgo particular: el mestizaje de éstas prácticas religiosas con diversos juegos, entre ellos los de azar (cartas, dados, naipes), apuestas en carreras, y artes adivinatorias, momentos en los que prevalece lo agónico, el azar, y el vértigo (Caillois, 1957; Yonnet, 2005) como moratoria dentro de la moratoria del propio orden festivo. De este modo culto ‐ fiesta y juego (Huizinga, 1954 ; Ambrosini, 2007; López de Sosoaga, 2004) interpelan lo cotidiano (Heller,1982; Rojek, 1999; 2005) de los pobladores locales desde categorías como lo sagrado, la sociabilidad y el riesgo ficcional propio del juego. El artículo propone analizar en el marco de las fiestas mencionadas, los “juegos” como espacios que combinan las actitudes elementales de competencia, suerte, simulacro y vértigo, campos relativamente autónomos, pero que se integran en la conformación del hecho recreativo (Gerlero, 2004); para ello interpreta como a través de los juegos que se practican en las fiestas neuquinas, se ponen de manifiesto las actitudes o disposiciones psicológicas al disfrute que caracterizan lo recreativo. De este modo se pone en evidencia teórica, la articulación entre el juego como núcleo del hecho recreativo –en este caso la fiesta‐.
 

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