Resumo

En este trabajo trataré de exponer la pugna existente entre dos modelos predominantes de la actualidad en lo que a la concepción del deporte se refiere: el modelo pragmatista y el modelo “ascético”. Analizaré brevemente los presupuestos de ambos para defender, finalmente, el segundo modelo proveniente de Frankl como más adecuado tanto para la educación ética e integral de la persona que practica deporte como para fomentar la experiencia de logro, experiencia que forma parte de la vida ética entendida como la búsqueda de la vida lograda. Nuestro punto de partida es que la concepción de la vida lograda no puede desestimar ni el aspecto subjetivo (afinidades, gustos, pasiones) ni el objetivo (bienes y capacidades). No obstante, la dialéctica filosófica que aparece en la modernidad sumada a las premisas de la revolución científica inician un quiebre entre ambos aspectos devaluando cada uno de ellos. Otra forma de decirlo es que ha habido una separación teórica y práctica entre el hecho y el valor, entre las razones y la motivación, entre lo público y lo privado, entre la interioridad y la conducta, etc. Por tanto, si como decía Murdoch “las reglas públicas determinan ahora lo que es cierto”, y sólo justificamos la satisfacción deportiva en los éxitos alcanzados de una forma “objetiva” o si sólo estamos motivados por los beneficios y consecuencias que trae la práctica deportiva, es muy probable que una dimensión vital de la misma se pierda. Aplicando las consecuencias de la filosofía moderna a la actualidad deportiva, tenemos que, de una manera estructuralmente pragmatista, vemos la bondad de una acción deportiva representada en sus éxitos y sus récords –al menos el periodismo deportivo hace un constante alarde de ello –o, peor todavía, en el hecho de ganar a toda costa y no sólo ganar, sino complacerse en la derrota del “adversario” de una forma un tanto presuntuosa. Por tanto, acogerse a un modelo pragmatista tiene varias consecuencias de muy poco valor educativo como que el juego limpio es implausible; y otras dos consecuencias dirigidas hacia la experiencia de logro en el deporte que están entrelazadas: primero, la satisfacción disminuye en tanto que la única motivación del deportista suele ser obtener aquellas consecuencias visiblemente satisfactorias a los ojos de la sociedad y, segundo, que la competitividad puede derivar en un peligroso juego de suma cero, como diría Simon e, incluso que, siguiendo a Kojève, “los seres humanos arriesgarán su propia vida biológica con tal de satisfacer su deseo no biológico” –el deseo de reconocimiento. El argumento que utilizaremos para apoyar esta idea es la llamada que realizaron algunos filósofos (Anscombe, Murdoch, Williams, etc.) a los teóricos de la moral para recordar que nuestra psicología (las emociones de manera especial) nos acompaña en nuestras acciones y decisiones. Con ello, tenemos el objetivo de persuadir sobre la pérdida de satisfacción o logro existente cuando se separan, por ejemplo, los éxitos exteriores obtenidos y la manera de haberlos conseguido.

Acessar