Resumo

La percepción que se posee cada persona de lo corporal, está dada por los procesos históricos, políticos, socioeconómicos y culturales que vive toda sociedad, incidiendo así en la perspectiva que se posee del mismo y la repercusión en las formas de vivir-convivir. Por ejemplo, en Chile, las políticas neoliberales impuestas por la dictadura militar en los años 80, y los procesos de globalización propios de las sociedades modernas, han impactado de una u otra manera en lo que se entiende por corporal, y por tanto, en cómo se vive. Hoy en día, aunque se hacen presentes corrientes teórico-prácticas sobre perspectiva expresiva de lo corporal, lo que ha prevalecido son lógicas que in-visibilizan las (inter)subjetividades del ser cuerpo. En este sentido, prevalecen y se han perpetuado percepciones de un cuerpo objeto, cosificado, propio de las sociedades actuales de consumo; y en particular, una mirada fragmentada y dualista del ser, propia del paradigma cartesiano. Un cuerpo que se constituye como un vehículo o medio para desarrollarnos, respondiendo a exigencias sociales cómo lo son los cánones de belleza hegemónicos heredados histórica y culturalmente, asociados a estereotipos corporales impuestos unilateralmente. En este marco de ideas, consideramos fundamental rescatar lo corporal como dimensión humana y territorio de subjetividades encarnadas, puesto que su vivencia consiente, su autopercepción reflexiva y crítica, se constituye como puerta de entrada y sensible a un mundo de aprendizajes y autoaprendizajes. Para ello, los diarios corporales como estrategias narrativas de toma de conciencia de lo que se vive y de lo que somos, abre un horizonte de posibilidades de desarrollo, tanto en el ámbito personal como profesional. E