Resumo

El alto rendimiento en el deporte y prácticas similares (artes marciales y escénicas) tiene carácter y cualidades peculiares. Las explicaciones computacionales de la acción han sido criticadas con acierto por filósofos punteros – John Searle (1983) y Hubert Dreyfus (1986) – por un número de razones que van desde la velocidad de procesamiento requerida a requerimientos de representación cognitiva explícita. A su vez, se ha demostrado que estas críticas tienen varios problemas, tal como que es cuestionable la aplicabilidad de las condiciones de fondo [Background] de Searle (Moe 2007), o la perspectiva sobre la consciencia a modo caja negra o zombie de Dreyfus (Breivik 2013) y su inabilidad para explicar adecuadamente los deportes de riesgo. Esto nos aboca al vacío a la hora de explicar la pericia de los expertos de manera que haga justicia a su complejidad. Precisamente ahondando en este vacío y explorando la mismísima noción de la vacuidad podemos desarrollar un prometedor modelo de destreza basado en el enactivismo radical y el holismo comparativo. La ponencia une la explicación de la acción que propone el enactivismo (Hutto & Myin 2013) con un modelo holístico (Kretchmar 2013) que a su vez tiene miras globales y comparativas, al asentarse dentro de la filosofía y cultura Japonesa (Ilundáin-Agurruza 2016). El enactivismo propone una noción de mentes básicas sin representaciones, esto es, sin contenido o vacías. Por su parte, el holismo comparativo se ubica dentro de la filosofía oriental y sus prácticas de auto-cultivo, donde la vacuidad y conceptos similares explican teóricalmente, a la par que desarrollan de manera práctica, las destrezas de los expertos y su carácter.

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